martes, 22 de diciembre de 2009

La fuerza del amor.

EL AMOR: DINAMO DE MI MAMITA.
Dínamo: (del latín dinamo o dínamo. Del gr. fuerza).
Fuerza de voluntad.
Capacidad de una persona para superar
obstáculos o dificultades o para cumplir con sus obligaciones.
Sacar fuerzas de flaqueza. Hacer un esfuerzo extraordinario a fin de lograr aquello para que se considera débil o impotente.

Ya hace días que me “persigue” un pensamiento: ¿de dónde sacó mi mamita tanta fuerza para realizar sus quehaceres? Y me refiero no solamente a los propios de conducir un hogar, sino también a los quehaceres de consejería, de reconciliación, de misericordia, de evangelización, y muchos otros. Pero ahora solo me quiero referir a los quehaceres domésticos.
Todas las mañanas (exceptuando el domingo, que me levanto a las 7:30) me tengo que levantar a las 4:45 a.m. para “despachar” a Jahazi a su trabajo, después a Meri y después a Memo a sus respectivas escuelas. Al final del día (después de hacer dormido unas 2 horas más después de que se van) me duelen los pies y ya ando arrastrando la cobija. Y entonces me pregunto ¿cómo le hizo mi mamita con 10 “jijos” que atender y un esposo? Ciertamente lo que la mantuvo activa hasta el día anterior a su partida fue el AMOR que Dios puso en ella por su familia.
Son tantos recuerdos (que, a propósito, pensé que yo no tenía muchos por haber estado fuera desde los 12 años) que no me alcanzaría ni este blog ni otro igual para enumerar todas las acciones que fueron echas por mi mamita hermosa todos los días de su vida: TODOS los días. En aquellos días en que aunque estuviera enferma, cansada, deprimida, etc., tuvo fuerza de voluntad y nos hacía de comer, nos lavaba la ropa, nos llevaba a la escuela, nos auxiliaba con nuestras tareas, nos corregía, nos cuidaba en la enfermedad (¿alguien recuerda cuando todos nos enfermamos de sarampión? David y Abi no están incluidos). El lonche que preparaba a mi papito, la lavada de ropa con petróleo y hervida, la ropa que nos hacía en la máquina de coser y en la de tejer, o a mano, las visitas a la escuela, las levantadas que se daba cuando, ya fuera de nuestro hogar, llegábamos a las 3, 4 o 5 de la mañana para ofrecernos cafecito con pan y platicar de nuestras cosas. Y me duele pensar cuántas veces en los últimos meses andaba de pie anhelando tomar un descanso, pero su sentido de responsabilidad se lo impedía hasta que, al fin, por las tardes se sentaba a tomar su cafecito con mi papá para ver la T. V.
Quiero llorar por tanto recordar el sacrificio de mi mamita por nosotros, su amada familia. Tengo atoradas las lágrimas pues esas vivencias hicieron un dique y no quiero dejar de recordar todas las fuerzas, toda la vida que mi mamita fue dejando en ellas. ¿Qué fue lo último que hizo mi mamita? Lavar y tender ropa con la ayuda de mi papito. Hasta el final, atendiendo las necesidades de la casa, sacando fuerzas de flaqueza (debilidad). El tendedero que está al lado de su recámara es muestra inequívoca de que todo lo hizo con el dínamo del amor.
Otro día trataré de comentar algún recuerdo más particular. Por ahora, necesito dormir otro rato, para recuperar fuerzas, las que jamás le faltaron a mi mamita.
¡GRACIAS MAMITA! ¡¡¡CHIQITIBÚN A LA BIM BON BAO, MI MAMITA, MI MAMITA, RA, RA RÁ!!!

1 comentario:

  1. Manita, tienes toda la razon en lo que escribes y solo una madre como mi madre, con tanto amor para dar, con tanto amor por sus hijos, por un inmenso amor y respeto para mi papito, por un sentido altisimo de responsabilidad pudo hacer lo que ella hizo a lo largo de su vida, tanto que estuvo dispuesta (y lo hizo) a renunciar a ella misma con tal de cumplir cabalmente su papel y mas alla de eso. Admiro inmensamente a mi madre, a mi padre, por el papel tan perfecto que desempeño mi mamacita y que ha desempeñado nuestro padre. y vuelvo a decirlo...es el tiempo de llorar... es la muestra del gran amor que sentimos hacia nuestra mamacita...

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